Ayer domingo 9 de mayo, La Jornada Semanal publicó este texto de nuestro gran amigo Alonso Arreola, que nos ha conmovido hasta el tuétano, aquí lo reproducimos, la liga directa es:
http://www.jornada.unam.mx/2010/05/09/sem-alonso.htmlAlonso Arreola
labalonso@yahoo.com.mx
Alex Otaola en el Vive Latino
[Pausa.] Me duelen los dedos. Estoy calibrando un bajo. Muy distinto a la guitarra, su ser robusto exige mayores esfuerzos de tensión y ajuste. Parece que no pero cada cuerda de éstas genera una presión de varios kilos, por lo que su cuerpo –y el mío de paso– es llevado al límite con cada vuelta que doy a las llaves de afinación. Tomándome un descanso, varios temas giran en la cabeza. El primero, sin duda, es el de la salud de Alejandro Otaola, uno de los más interesantes e importantes guitarristas de este país. He tocado con él por casi una década en distintos proyectos, entre los que se cuentan el suyo y el mío propios. De hecho, esta nota debería haberla escrito desde Puebla, en donde nos presentaríamos juntos. En lugar de eso, inesperadamente, estoy en casa peleándome con unas cuerdas necias.
Lo bueno, antes de causar alarma, es que Alex ya no corre peligro. Luego de una semana en el hospital (72 horas en terapia intensiva), ha salido para recuperarse en casa. Gran susto nos dio a los amigos y melómanos interesados en su prolífica trayectoria, pues ha de saber el lector que Otaola ha tocado, girado y grabado con bandas como Santa Sabina, La Barranca, Zoé, Fractales, LabA, San Pascualito Rey, El Haragán, El señor González, Fratta, Iraida Noriega, Klezmerson, Los Dorados y muchas más, ganándose un lugar trascendental en el repertorio del rock mexicano de los últimos quince años.
Su recuperación es motivo de alegría, tanto como el haber presenciado la solidaridad de la comunidad musical y de sus seguidores, lo que me lleva a otro asunto valioso: lo ocurrido en el festival Vive Latino 2010. Llevado a cabo los días 23, 24 y 25 de abril, durante su desarrollo se recaudó una importante ayuda económica para Alex Otaola (desde aquí un agradecimiento a sus organizadores), a través de una urna instalada en el escenario llamado Carpa Intolerante, ahí donde el guitarrista debía cumplir dos compromisos con San Pascualito Rey y Klezmerson, quienes le dedicaron sendas presentaciones instando a la donación, pues si algo está claro en México es que hay una gran cantidad de artistas y profesionales que no gozan de seguridades económicas o de salud, desamparados por un sistema ciego, rebasado.
Así, de entre los muchos y muy buenos proyectos que pudimos escuchar en ese lugar (Munazul, Dr. Krápula, Juan Pablo Villa, Los músicos de José, Troker, Hello Seahorse!), nos conmovió intensamente lo hecho precisamente por San Pascualito Rey, grupo originario del norte del Distrito Federal que cada vez encuentra mejores vetas en su búsqueda creativa. Liderados por el cantante, poeta, guitarrista y compositor Pascual Reyes, esta vez fueron acompañados por un joven trío de cuerdas que nos dejó atónitos. Bajo el nombre de Desconecte, dos violines y un chelo bastaron para que el inspirado repertorio del conjunto hipnotizara a los presentes llevándolos al borde de las lágrimas.
Simultáneamente, entre preguntas y rostros de consternación, cientos de jóvenes se acercaron a preguntar sobre las condiciones de Alex para dejar donativos acompañados por notas de afecto. En el tinglado, haciendo eco, Pascual y compañía confirmaban su estatus como una de las bandas más sólidas de nuestra escena, lo que nos obliga a poner atención a su tercera producción discográfica a punto de salir a la venta. Hijos del bolero y el danzón, en las entrañas de sus canciones se halla la fuerza de Los Lobos más la inspiración de Agustín Lara, lo que sumado a una personalísima percepción sonora termina por seducirnos al borde del precipicio.
[Pausa.] Suena el teléfono. Es, justamente, Alex Otaola. Me pregunta por nombres que sumar a su interminable lista de agradecimientos. Sigue conmovido. No puede creer lo sucedido en Facebook, Twitter y Myspace tras conocerse su condición. Le cuesta trabajo pensar en todos los músicos que pasaron por el hospital, varios de los cuales estuvieron en situaciones similares recientemente: Sabo Romo y el Sr. González, verbigracia. Está en casa pero aún no puede darle a la guitarra. Me dice que el 29 de mayo, cuando presentemos en Puebla el Confabulario musical que he dedicado a Juan José Arreola, tendrá que tocar sentado. Como no se me da la cursilería, no le digo lo que pienso. Esto: “Mi hermano, podrías tocar dormido y aun así revelarnos caminos ignotos en el aire. Te quiero mucho y te admiro más. No te lo imaginas, pero en el Vive Latino estuviste más presente que nunca, recordándonos cuánto te necesitamos.” En lugar de eso, nos perdemos en anécdotas ocurridas mientras dormías conectado a innumerables máquinas. Reímos. Nos despedimos. Así: adiós. Hasta pronto. A ver si mañana nos vemos.